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Cuidarse, por el otro y por uno mismo.

COVID-19 | Sofía Pividori, Aylén Gonzalez y Carolina Zamorano.

 

La infección por el virus SARS-CoV-2 que provoca la enfermedad por coronavirus es nueva y por lo tanto, completamente desconocida. Si bien desde Diciembre de 2019, a partir del surgimiento de este virus, han comenzado numerosos estudios en todo el mundo para intentar comprenderla mejor, aún estamos persiguiendo a la enfermedad por detrás. En un principio, se consideró que la enfermedad era muy parecida a la infección por el virus Influenza, la clásica “gripe”. Sin embargo, esta noción ha ido cambiando con la masividad de casos en todo el mundo y la nueva evidencia que aparece día a día. La diversidad de presentaciones clínicas encontradas reafirma con el correr de los días que nos encontramos frente a un virus con características bastante diferentes a las que pensábamos que tendría cuando recién comenzaba la pandemia. Resulta esencial entender el rol de la ciencia en este proceso, que pone a la enfermedad a prueba todos los días.


Como primer aspecto a destacar, se ha visto que la enfermedad puede ser grave no solo en su etapa aguda como se había imaginado. Se comprobaron síntomas persistentes en muchos pacientes luego de la infección aguda, siendo los más frecuentes fatiga, disnea, tos, anosmia y disgeusia¹. Todavía se desconoce el significado de la persistencia de estos síntomas, y su reversibilidad. Por ahora, hay una variabilidad interindividual muy elevada, es por eso que se requieren estudios observacionales masivos para poder tener una mayor certeza.

Sin duda, el órgano que hasta el momento sabemos que es el más afectado, son los pulmones. Hay estudios que darían algún indicio de que el daño pulmonar puede llegar a ser permanente, o por lo menos, duradero. Esto tiene sentido si comparamos al SARS-CoV-2 con los otros tipos de coronavirus como el que causa el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente. Se han realizado estudios con los pacientes recuperados de este último, en los cuales se comprobó daño pulmonar hasta muchos años posteriores a la infección aguda². Si bien no podemos extrapolar directamente este dato al SARS-CoV-2, debido a que el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente es una enfermedad con una morbimortalidad considerablemente mayor, es importante tenerlo presente debido a que pertenecen a la misma familia de virus. En consecuencia a estos estudios y a los nuevos generados en este año que requieren mayor confirmación, los científicos comienzan a esperar daños a largo plazo debido al COVID-19, tales como cicatrices pulmonares, deterioro de la función pulmonar y deterioro de la capacidad pulmonar a la hora de realizar ejercicio.


Sin embargo, múltiples investigaciones se están llevando a cabo para esclarecer cómo el nuevo coronavirus afecta otros órganos además de los pulmones. Por ejemplo en el caso del corazón, se ha visto que lo afecta de múltiples maneras. Hay una invasión directa de las células cardiacas por el virus que genera daño y las destruye. Por otro lado, la inflamación multisistémica puede afectar el funcionamiento cardiaco directa o indirectamente de múltiples maneras. Y como último mecanismo esclarecido recientemente, se ha visto que el virus puede bloquear la función de los receptores ACE2 que normalmente protegen a las células cardiacas, degradando la angiotensina II, que forma parte de uno de los sistemas esenciales para el control de la presión arterial. Aún no se sabe cuales son las consecuencias de todos estos procesos pero se han realizado diversos análisis. Uno de ellos, fue un estudio de la función cardiaca en atletas que habían padecido la infección por SARS-CoV-2. Se vieron numerosos casos de miocarditis en ellos, y de hecho se han registrado muertes en pacientes compatibles con este proceso. Se desconoce si esto es algo exclusivo de esta población debido a los cambios que se generan en ellos a nivel cardiaco, o es algo a lo que todo el mundo es susceptible. Otro de los análisis se realizó en población general que habían padecido la infección, y se demostró el aumento de la incidencia de arritmias en estos pacientes. Algunos de ellos, padecían enfermedades preexistentes. Pero otros, no tenían ninguna condición previa y eran pacientes jóvenes.


Otro órgano muy afectado y que está siendo muy estudiado también, es el sistema nervioso. Se han visto afecciones neurológicas en muchos pacientes, tanto con presentaciones graves como leves de la enfermedad. Se notificó una fatiga postviral llamada “brain fog” y casos de encefalitis severa debido a la inflamación multisistémica. Recientemente, estudios han demostrado con una certeza bastante elevada que el coronavirus puede invadir las neuronas, y su principal mecanismo de daño sería el consumo del oxígeno que estas utilizan, generando su destrucción. Esto, puede desencadenar una forma aguda fatal de la enfermedad, y no tendría demasiada relación con los factores de riesgo del paciente, se cree que sería una predisposición genética muchas veces desconocida. Su mecanismo de entrada podría ser la proteína ACE2, la misma que utiliza el virus para acceder a los pulmones³.

Muchos pacientes hospitalizados por COVID-19 tienen síntomas neurologicos y psiquiatricos. Sin embargo, no todos estos son por la invasión directa de las neuronas, sino también por el estado inflamatorio, los síntomas propios de la internación prolongada, y la asistencia respiratoria mecánica (ARM) requerida. Sin dudas, se requieren más estudios sobre el comportamiento del virus en el sistema nervioso.

Desde el principio se recalcó que esta enfermedad afectaba sobre todo a la población de riesgo, pero se han visto muchísimos casos en todo el mundo que afectan a pacientes sin factores de riesgo previos, y con la misma agresividad o incluso mayor. De hecho, una de las formas más agresivas que se ha documentado en todo el mundo es el síndrome de inflamación sistémica (SIRS) generada en pacientes pediátricos. La realidad es que, a pesar de que la población de riesgo sigue teniendo mayores posibilidades de experimentar una forma grave de COVID-19, esto no es exclusivo, y el padecerla o no depende de muchos factores, la mayoría, todavía desconocidos. Las estadísticas de casos de gente joven y sin factores de riesgo con necesidad de internación en Unidad de Terapia Intensiva (UTI) siguen en aumento en todo el mundo⁴. Como mencionamos previamente, las formas graves de COVID-19 no solo son peligrosas en el momento agudo, debido a la mayor probabilidad de requerir asistencia respiratoria mecánica (ARM) con las complicaciones que esta conlleva, sino que también tiene complicaciones a largo plazo, y esto se debe a la inflamación multisistémica generada. Esta, puede afectar diversos órganos como los riñones, hígado, corazón, cerebro y otros órganos. Esta combinación de afecciones crónicas subyacentes que se prolongan después de la infección aguda, aumentan el riesgo de futuras enfermedades como infartos, acv, enfermedad renal crónica, entre otras.

¿Qué nos dice esto? Que no estamos a salvo. Esta no es una enfermedad que afecta solo a algunos y se debe encerrar a esas personas en sus casas, mientras que los demás pueden seguir haciendo su vida normalmente. Es una enfermedad nueva, desconocida y que todavía falta mucho para poder dilucidar su comportamiento. Por lo tanto, todos estamos en riesgo. Como dijimos previamente, múltiples organismos como la OMS, CDC y el Ministerio de Salud de nuestro país, han informado sobre el aumento de los casos graves en pacientes jóvenes sin factores de riesgo previos. A su vez, alertan sobre un mal enfoque de las consecuencias de la enfermedad. Se prioriza mucho la tasa de mortalidad, la cual sí es significativamente mayor en población de riesgo, pero no se tiene en cuenta la morbilidad, es decir, las consecuencias, tanto físicas como psicológicas de padecer la infección que en la mayoría de los casos no discriminan por factores de riesgo.

Debemos cuidarnos y adaptarnos a una nueva normalidad. No hay dudas de que como prioridad tenemos que cuidar a la población de riesgo que pueden ser nuestros padres, abuelos, tíos, o nadie de nuestra familia, pero no por eso menos importantes. Al salir a la calle y no cuidarse, los jóvenes se exponen al riesgo de contraer el virus, y en una cantidad considerable de casos, requerir una cama en una Unidad de Terapia Intensiva. Probablemente, esa cama era más necesaria en un paciente añoso y con factores de riesgo. Además, aumenta considerablemente la transmisión del virus, pudiendo llegar a muchos otros lugares que previamente estaban protegidos. Las estadísticas de nuestro país reflejan que la cantidad de contagiados es muy alta en pacientes de 30-40 años, pero la cantidad de camas requeridas es muy alta en pacientes mayores. Es decir, los jóvenes ayudan a la propagación del virus, y la mayoría de las consecuencias las sufren la población de riesgo. Es por eso que se dice que cuando los jóvenes se cuidan, están cuidando a la población de riesgo también.

Sin embargo, es importante recalcar que también hay que cuidarse por uno mismo, la enfermedad no nos da respiro, todo lo que creemos saber muchas veces se contradice al día siguiente y no sabemos como esta afección va a afectar a nuestro cuerpo tanto en lo agudo como a largo plazo. Solo hay una certeza, a nadie debería darle igual contraer la enfermedad, debemos evitarlo lo máximo posible. ¿Cómo se logra eso? Tratá de quedarte en tu casa todo lo que puedas, pero si vas a salir, CUIDATE: usa tapabocas siempre, respeta la distancia social y lávate frecuentemente las manos.



Bibliografía:

  1. Carfì A, Bernabei R, Landi F. Persistent Symptoms in Patients After Acute COVID-19. JAMA. 2020;324(6):603.

  2. From ‘brain fog’ to heart damage, COVID-19’s lingering problems alarm scientists. Science | AAAS. 2020 [citado el 13 de Septiembre de 2020]. Disponible en: https://www.sciencemag.org/news/2020/07/brain-fog-heart-damage-covid-19-s-lingering-problems-alarm-scientists

  3. How the Coronavirus Attacks the Brain [Internet]. Nytimes.com. 2020 [citado el 13 de Septiembre de 2020]. Disponible en: https://www.nytimes.com/2020/09/09/health/coronavirus-brain.html

  4. For survivors of severe COVID-19, beating the virus is just the beginning. Science | AAAS. 2020 [citado el 13 de Septiembre de 2020]. Disponible en: https://www.sciencemag.org/news/2020/04/survivors-severe-covid-19-beating-virus-just-beginning

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