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Salud mental infanto-juvenil durante la pandemia, ¿un nuevo desafío?

COVID-19 | Comunidad | Raúl Fabián Capara

 

A finales del año 2019, se identificó un nuevo virus al que se denominó SARS COV-2, causante de la enfermedad COVID-19, que debido a su rápida propagación por el mundo se la declaró una pandemia. En la República Argentina, tras la aparición de los primeros casos, se inició el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en marzo de 2020, que actualmente se mantiene hasta la fecha.

Este evento tan repentino, que marca un precedente en el mundo y en nuestro país, genera ciertas consecuencias sobre la salud mental, ya que la cuarentena y otras condiciones que acompañan a una pandemia pueden ser fuentes de estrés, en especial para niños y adolescentes (1). Esta población resulta siempre un grupo de riesgo dentro de la población general y a menudo no recibe la atención necesaria. Sin embargo, es importante que no sea desestimada debido a que un impacto durante ese período puede derivar en la aparición de enfermedades Psicosomáticas. Por esta razón, el confinamiento en el hogar es una medida que puede tener un efecto negativo sobre el bienestar físico y psicológico de niños y adolescentes (2).


ANTECEDENTES

El 31 de diciembre del año 2019, en la ciudad de Wuhan se notificó un conglomerado de casos de neumonía causados por un nuevo coronavirus desconocido hasta entonces (3). Posteriormente, el 4 de enero del año 2020, la OMS informó a través de las redes sociales la existencia de casos de neumonía con fallecimientos en esa ciudad, y dio a conocer su primer parte epidemiológico y las orientaciones técnicas que se debían llevar a cabo en los diferentes países para la detección de los casos sospechosos.

Así entraba en escena la enfermedad N-COVID-19, que tras una rápida propagación por el mundo (Fig. 1), al igual que otras enfermedades en el pasado, se la consideró una “Pandemia”, lo cual sirvió como una alerta temprana que tuvo el propósito de aislar a las poblaciones y controlar la situación. El rápido contagio entre personas elevó tanto la tasa de morbimortalidad no solamente en China sino también en el mundo y obligó a los gobiernos a implementar distintas medidas sanitarias para evitar el colapso de los sistemas de salud, entre las cuales se destaca el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio.

La República Argentina tomó esta medida que, si bien ayudó a mitigar el número de contagios y casos, ineludiblemente trae y traerá efectos negativos para la salud mental de personas con y sin padecimientos mentales, ya que medidas como el distanciamiento social y la soledad no hacen más que incrementar más la carga psicosocial de los individuos afectados (4). Esta carga psicosocial, que a menudo se observa sobre la población adulta con mayor claridad, no se encuentra en la población de niños y adolescentes.

Figura 1 (Fuente: Organización Mundial de la Salud: https://www.bbc.com/mundo/noticias-51693616)


Salud Mental Infanto-Juvenil

La rápida difusión por los medios de comunicación de las elevadas tasas de morbimortalidad impacta día a día de una manera poco antes vista en niños y adolescentes, que en su gran mayoría manifestarán reacciones emocionales de intensidad variable como angustia, tristeza, insomnio, irritabilidad, etc. Pero, en general dichas reacciones son autolimitadas y sin mayores implicaciones para su esfera mental a futuro, dado que se consideran como “reacciones esperadas” ante situaciones de desastres (5). Sin embargo, un pequeño grupo probablemente tendrá un mayor riesgo de presentar problemas o trastornos mentales propiamente dichos, principalmente trastorno por estrés postraumático (6).

Un estudio realizado por la UBA (Fig. 2) reveló que durante la cuarentena en nuestro país, a medida que las personas aumentaban su edad, se observaron con menor frecuencia síntomas psicológicos, esto sugiere que las personas más jóvenes son las más vulnerables y las que presentan una mayor cantidad de síntomas (7). Durante el confinamiento, el cuidado de la salud mental representa un hecho importante y, aunque los jóvenes presentan una mayor capacidad de adaptación a los cambios, no los protege indefinidamente ante la presencia de una situación de estrés continuo como lo representa el ASPO, debido a que los mecanismos neuroendocrinos reguladores pueden fracasar y aparecen enfermedades como consecuencia (8). Sumada, además, la pérdida de socialización con los pares, el contexto no hace más que agravar un círculo vicioso que traerá ineludiblemente efectos a mediano y largo plazo.

Fig.2 Fuente: Salud Mental en Cuarentena. Informe de relevamiento de la UBA. 2020: https://aduba.org.ar/wp-content/uploads/2020/05/20-Informes-OPSA-COVID-19.pdf.


De acuerdo a G James Rubín, (9) si los beneficios epidemiológicos de la cuarentena masiva obligatoria superan los costos psicológicos es un juicio que no debe tomarse a la ligera, ya que esto significa aislar a la salud mental de cualquier tipo de intervención que ayudará a reducir las consecuencias de la cuarentena. De conocimiento general, la salud mental y la salud física representan un solo complejo bio-psico-social en equilibrio, en el que uno repercutirá positiva o negativamente sobre el otro y la fragmentación de este componente solo traerá alteraciones en el adecuado funcionamiento del individuo, a su vez Herrman et al define la salud mental como “Un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” (10). Si se tiene presente esto, se puede dilucidar que la situación actual, que afecta principalmente a los jóvenes, rompe el estado de bienestar al provocar cambios en la rutina habitual previa y los obliga a quedarse dentro de sus hogares, lo que genera en consecuencia mayores niveles de estrés y ansiedad. En el caso de los adolescentes, esto representa por ejemplo un factor de riesgo prominente para el inicio y mantenimiento de consumo de alcohol (11).

Tanto en la niñez como en la adolescencia, se observó en un estudio realizado por el Instituto Gino Germani en nuestro país que la cuarentena no hizo más que aumentar el tiempo frente a las pantallas. Aunque durante la pandemia representa la única manera de vinculación social, no quita los riesgos que conlleva su mayor uso. Este probablemente tenga implicancias negativas a futuro, a pesar de que son etapas en las que existe mayor sostén social que permite una mayor resistencia y adaptación a los cambios provocados (12). Además, si estos estresores se mantienen en el tiempo aparecen los “síntomas vinculados al estrés pandémico que adoptan manifestaciones tan diversas como miedo o ansiedad, que pueden convertirse en excesivos, reacciones de tristeza o aburrimiento, que puede llevar a manifestar síntomas depresivos, reacciones de duelo complicadas, mayor propensión a desarrollar comportamientos adictivos y complicaciones de alteraciones psicopatológicas previas, tales como cuadros afectivos, de ansiedad o psicóticos" (13).


¿Pensar en “Resiliencia?”

En vista a la aprobación de una vacuna contra el SARS-CoV-2, la incertidumbre sobre las nuevas ondas epidémicas y la probabilidad de impactos a largo plazo en la salud, hace que necesitemos adaptaciones a corto plazo y respuestas sostenidas (14). Existen muchas herramientas que actualmente se están implementando como la “educación, el autocuidado y el apoyo familiar, que representan una estrategia de prevención de salud mental que debe constituirse como un pilar fundamental” (15).

Otros recursos que puso en marcha el estado nacional son las medidas de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (SMAPS) para la población general (5). Estas medidas, si bien son importantes porque evitan el Sobre-Aislamiento de las personas dentro de la cuarentena, no están trabajando a pleno sobre los factores de riesgo que en esta situación ayudaría a reducir el impacto del estrés psicosocial en las familias argentinas, sobre todo en los más jóvenes en aspectos como la situación socio-económica, el manejo de las adicciones y especialmente el uso de las tecnologías.

Pensar en Resiliencia es que el Estado priorice la promoción en salud mental implementando medidas de psicoeducación para generar un cambio y desarrollo de hábitos saludables en niños y adolescentes. A su vez, fomentar la prevención que permita garantizar la detección temprana de aquellas manifestaciones que pueden representar un primer indicio de enfermedades psicosomáticas y ayudar a fortalecer los factores protectores, entre los cuales se incluyen los vínculos saludables y solidarios y con particular énfasis en favorecer los lazos familiares.


CONCLUSIÓN

Se ha visto que la Salud mental no es menos importante que la salud física sino que constituyen un solo componente equilibrado, en el que uno repercutirá siempre sobre el otro y es por esa razón que, ante una emergencia como la actual, se debe tenerla siempre en cuenta para poder realizar un correcto abordaje, sobre todo en etapas tan vulnerables como la niñez y la adolescencia.

Pensando esta problemática desde la salud mental, la cuestión que debería abordarse más temprano que tarde es la estrategia de contención y mitigación del malestar psicológico que hoy están experimentando la mayoría de los jóvenes y familias argentinos.


Raul Capara

raulcapara96@gmail.com

Medicina 4º Año. Universidad Nacional del Chaco Austral.









Referencias bibliográficas

1). Espada J.P, Orgilés M, Piqueras J.A, Morales A. Las buenas prácticas en la atención psicológica infanto-juvenil ante el COVID-19. Clínica y Salud. (2020); 31 (2): http://dx.doi.org/10.5093/clysa2020a14.

2). Brooks, S. K., Webster, R. K., Smith, L. E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N, et al. The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. Lancet. (2020); 395(10227): P912-920. DOI: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30460-8.

3).Organización Panamericana de la Salud. Actualización Epidemiológica Nuevo coronavirus (COVID-19). (2020). Disponible en: https://www.paho.org/sites/default/files/2020-02/2020-feb-28-phe-actualizacion-epi-covid19.pdf

4). Kola L. Salud mental global y COVID-19. Lancet.2020; 7(8): P655-657. DOI: https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30235-2.

5). Dirección Nacional de Salud Mental. PRÁCTICAS DE SALUD MENTAL Y APOYO PSICOSOCIAL EN EMERGENCIAS Y DESASTRES ENFOQUE EN COVID-19. Disponible en: http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000001878cnt-practicas-de-salud-mental-y-apoyo-psicosocial-en-emergencias-y-desastres-enfoque-en-covid19.pdf.

6). Sprang G, Silman M. Posttraumatic stress disorder in parents and youth after health-related disasters. Disaster Med Public Health Prep. 2013 Feb; 7(1):105–10.

7). Etchevers MJ, Garay CJ, Putrino N, Grasso J, Natalí V, Helmich N. Salud Mental en Cuarentena. Relevamiento del impacto psicológico a los 7-11 y 50-55 días de la cuarentena en población argentina [Internet]. Observatorio de Psicología Social Aplicada, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires (Argentina); 2020 [actualizado 19 mayo 2020; citado FECHA CORRESPONDIENTE EN MISMO FORMATO]. Disponible en: https://aduba.org.ar/wp-content/uploads/2020/05/20-Informes-OPSA-COVID-19.pdf.

8). Fabrice Duval, Félix González y Hassen Rabia. Neurobiología del estrés. Revista chilena de neuro-psiquiatría. 2010; 48(4): 307-318. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272010000500006.

9). G James Rubin, Simon Wessely. The psychological effects of quarantining a city. BMJ. 2020; 368:m313 doi: 10.1136/bmj.m313 (Published 28 January 2020).

10).Herrman H, Saxena S, Moodie R, Mittelmark M, Puska P, O ̈Byrne D. Promoción de la Salud Mental: Conceptos, Evidencia emergente, Práctica. 2020; Organización Mundial de la Salud. https://www.who.int/mental_health/evidence/promocion_de_la_salud_mental.pdf.

11). Clay JM, Parker MO. Uso y abuso de alcohol durante la pandemia de COVID-19: ¿una posible crisis de salud pública?. Lancet. 2020; 5(5): E259. Disponible en: DOI: https://doi.org/10.1016/S2468-2667(20)30088-8.

12).Gaeta González ML, Hernández PM. Estrés y Adolescencia: Estrategias de afrontamiento y autorregulación el Revista de Humanidades. 2009; 15: pp.327-344. file:///D:/Downloads/Dialnet-EstresYAdolescencia-3074506.pdf.

13). Chacón-Fuertes F, Fernandez-Hermida JF, Paz García-Vera J. Clínica y Salud. La Psicología ante la Pandemia de la COVID-19 en España. La Respuesta de la Organización Colegial. 2020; 31(2):119-123. http://scielo.isciii.es/pdf/clinsa/v31n2/1130-5274-clinsa-31-2-0119.pdf.

14). Moreno C, Wykes T, Galderisi S, Nordentoft M, Crossley N, Jones N, et al. Cómo debería cambiar la atención de salud mental como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Lancet Psychiatry. (2020); Disponible en: DOI: https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30307-2.

15). Ghebreyesus TA. Abordar las necesidades de salud mental: una parte integral de la respuesta COVID- 19. Psiquiatría mundial. 2020; 19(2): 129-130. Doi: 10.1002 / wps.20768.


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